La aparición de un jinete vestido de negro con un caballo que no hacía ni el mínimo ruido al cabalgar, fue noticia en el pueblo de Bernal. Los rumores de que se trataba de algo paranormal pasaron de persona a persona, hasta lograr atemorizar a todos los habitantes.
No sabían mucho al respecto, solo que las facciones de este charro no alcanzaban a distinguirse.
Pese al miedo, el cura del pueblo decidió ir a investigar a este ser sobrenatural del que tanto se hablaba, llevó consigo al sacristán y fueron en su búsqueda, armados con agua bendita y un crucifijo.
Fue en una noche de octubre de 1870 cuando por fin lograron verlo, en el cruce del camino que llevaba a Tequisquiapan y Querétaro, en la entrada de Bernal. A la medianoche el charro apareció a unos metros de ellos y suplicó confesión; aterrorizado el sacristán dio unos pasos hacia atrás, mientras que el cura tembloroso se acercó al jinete para llevar a cabo su petición.
Vaya sorpresa se llevaron, pues al bajar del caballo se dieron cuenta que la cabeza era solo un cráneo y los brazos esqueleto; el padre le dio la bendición y regresó a su posición. A los días de esto, el cura murió; en cuanto al sacristán, se cuenta que quedó mudo y sordo.
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