Cuenta la leyenda que esta particular planta, perteneciente a la familia de las mimosas, es la única en el mundo que en lugar de flores le brotan espinas, las que le dan forma casi perfecta de cruz.
En junio de 1697 Fray Antonio Márgil de Jesús, uno de los primeros franciscanos que trabajó en la evangelización de los indígenas de Mesoamérica, al llegar de misionar clavó su bastón en los prados del jardín.
Al pasar el tiempo el bastón empezó a retoñar y a producir ramas con espinas en forma de cruces y creció hasta convertirse en el árbol que hoy puede verse con rareza.
Este famoso árbol de las cruces, se ubica en un pequeño jardín interior del Convento de la Santa Cruz, fundado en el año 1654 como símbolo inequívoco del nacimiento de la Ciudad de Querétaro.